En el restaurante
Él la esperaba impaciente en la puerta, del cielo, cada gota se asemejaba a una lágrima de esas que salen de un corazón roto, pensé. En su semblante se notaba la incomodidad, más allá de las ropas mojadas parecía no tener un buen día, parecía impaciente.
De un momento a otro apareció ella, era realmente hermosa, y más que hermosa atractiva, tenía ese “no sé qué” que hace que los hombres nos deshagamos por una mujer que no necesariamente es tan bonita, ese “atractivo”, era alta, elegante, misteriosa.
Él la mira fijamente y su rostro se tornó agridulce, en el límite entre el amor y el odio, la saludó con un abrazo fuerte, de esos llenos de amor unilateral, de ese amor para el que no hay un TLC, sino que cada quien lo da cuando y como quiere, si en el CAFTA se incluyera el amor él podría llevar el caso a cierta comisión con domicilio en nueva york y definitivamente la condenarían por “restringirle el libre acceso a su amor”, porque es casi seguro que él cumple con todos los requisitos que las “leyes del corazón” establecen para ser elegible, pero ella no le brinda “libre acceso a su corazón”, puede que sea el hombre ideal, amoroso, detallista, fiel, inteligente, pero para ella no es más que la “respuesta perfecta a la pregunta equivocada”, siempre pensó que es un gran tipo, que se merece una buena mujer, pero no entiende que él a quien quiere es a ella, y que es tan obstinado-digo yo- tan valiente –dice él- para no huir, pero no siempre ser valiente es lo mejor, los mayores actos de valentía son los que llevan a perder las guerras.
Y es fácil leer sus labios, le dijo: “te quiero”, esos “te quiero” que no son más que una prisión, porque nadie con corazón contesta a un “te quiero” que proviene de una persona a la que estima al menos un poquito con un “gracias pero yo no” o lo que es peor con un “yo también pero no de la misma forma” y eso que algunos llaman consideración yo lo llamo lástima, me pregunto ¿cuántas veces se lo ha dicho? ¿cuánto tiempo llevan jugando al gato y al ratón? uno tratando de darse a entender y la otra tratando de hacerse la desentendida, y es doloroso para los dos, porque ella igual lo quiere, pero no de la misma forma.
Entran al restaurante y toman una mesa, a dos de la mía, y así me hacen feliz, puedo seguir infiriendo y de paso escapando de mi monótona realidad, reflejándome. El mesero le lleva la carta, piden una botella de un vino de mediano rango, él presuroso por alejar al mesero continúa la conversación y ella toma ese semblante de interesada, aunque por dentro debe estar pensando “de nuevo la misma parla” pero es un acto más de misericordia, un poquito más de toda la lástima que alguien como él se merece, es que “es tan bueno” pero como bien dice sabina: “en cuestiones de amor siempre pierde el mejor” él prosigue con su conversación, aunque sabe lo que piensa ella, no necesita leer la mente para eso, él sabe que la quiere de una forma muy pura, muy atropellada, muy desinteresada y el amor al igual que el odio, sin interés no existen y ella lo sabe. Como cuesta reconocer que uno se equivoca, pero es más difícil reconocer que uno tiene razón cuando esa no es la razón que quiere escuchar… y él sabe que tiene razón, ella no lo quiere y nunca lo va a querer por más detallista, amoroso, consecuente, solamente logrará aumentar la presión y llevar esto a un punto de no regreso porque el amor en una vía llega a cansar, a los dos, al que lo da porque desgasta dar y dar sin recibir nada a cambio y al que lo recibe porque al principio siempre hay donde ponerlo pero llega a un punto en que te empieza a asfixiar, te llena la casa y en cualquier puerta que abres sale un poco y te cae encima y tienes que andar limpiando restos de amor indeseado, hasta que ya no puedes “recibir visitas” en la sala de tu corazón porque por ahí aparece y te preguntan –¿eso qué es?- y hay que contestar –ah muestras de amor de un iluso que es muy buena gente- y el iluso que está al otro lado de la mesa, con quien compartes el vino, sabe que eso está pasando, lo siente, y sabe que están llegando a ese punto de no regreso, y sabe que no debería pero sigue, porque nunca ha desistido en nada y prefiere arrepentirse de haberlo intentado, pero igual no lo intenta de la mejor forma, solo se convierte en un mal crónico, para los dos.
Ordenan e intercambian sonrisas, gestos, guiños, para suavizar el ambiente y él se ilusiona, por un abrazo, por un cariño, es como esos perritos callejeros que nunca nadie les ha dado cariño, y con solo que los veas con compasión te siguen a casa…
El amor es complicado cuando existe en ambos lados, cuando existe en sólo un lado, lo que va es amor y lo que vuelve es compasión y al final alguien explota, no soporta seguirse enamorando o seguir compadeciendo, o se harta de que se enamoren o se compadezcan de él.
Y al final de la noche le dirá que fue estupenda la velada, que “la quiere mucho” y ella le dirá “yo también” y no es que no fuera estupenda la velada o que alguno de los dos este mintiendo, es que los dos se quieren mucho, uno como para seguirle dando su amor y la otra su compasión, que al fin y al cabo no es lo que cada cual quiere del otro, pero les da un pretexto para ir a comer juntos, para tomarse de la mano, para sentirse menos solos, mientras dure…
La foto en Café Boruca hace tiempo ya...
De un momento a otro apareció ella, era realmente hermosa, y más que hermosa atractiva, tenía ese “no sé qué” que hace que los hombres nos deshagamos por una mujer que no necesariamente es tan bonita, ese “atractivo”, era alta, elegante, misteriosa.
Él la mira fijamente y su rostro se tornó agridulce, en el límite entre el amor y el odio, la saludó con un abrazo fuerte, de esos llenos de amor unilateral, de ese amor para el que no hay un TLC, sino que cada quien lo da cuando y como quiere, si en el CAFTA se incluyera el amor él podría llevar el caso a cierta comisión con domicilio en nueva york y definitivamente la condenarían por “restringirle el libre acceso a su amor”, porque es casi seguro que él cumple con todos los requisitos que las “leyes del corazón” establecen para ser elegible, pero ella no le brinda “libre acceso a su corazón”, puede que sea el hombre ideal, amoroso, detallista, fiel, inteligente, pero para ella no es más que la “respuesta perfecta a la pregunta equivocada”, siempre pensó que es un gran tipo, que se merece una buena mujer, pero no entiende que él a quien quiere es a ella, y que es tan obstinado-digo yo- tan valiente –dice él- para no huir, pero no siempre ser valiente es lo mejor, los mayores actos de valentía son los que llevan a perder las guerras.
Y es fácil leer sus labios, le dijo: “te quiero”, esos “te quiero” que no son más que una prisión, porque nadie con corazón contesta a un “te quiero” que proviene de una persona a la que estima al menos un poquito con un “gracias pero yo no” o lo que es peor con un “yo también pero no de la misma forma” y eso que algunos llaman consideración yo lo llamo lástima, me pregunto ¿cuántas veces se lo ha dicho? ¿cuánto tiempo llevan jugando al gato y al ratón? uno tratando de darse a entender y la otra tratando de hacerse la desentendida, y es doloroso para los dos, porque ella igual lo quiere, pero no de la misma forma.
Entran al restaurante y toman una mesa, a dos de la mía, y así me hacen feliz, puedo seguir infiriendo y de paso escapando de mi monótona realidad, reflejándome. El mesero le lleva la carta, piden una botella de un vino de mediano rango, él presuroso por alejar al mesero continúa la conversación y ella toma ese semblante de interesada, aunque por dentro debe estar pensando “de nuevo la misma parla” pero es un acto más de misericordia, un poquito más de toda la lástima que alguien como él se merece, es que “es tan bueno” pero como bien dice sabina: “en cuestiones de amor siempre pierde el mejor” él prosigue con su conversación, aunque sabe lo que piensa ella, no necesita leer la mente para eso, él sabe que la quiere de una forma muy pura, muy atropellada, muy desinteresada y el amor al igual que el odio, sin interés no existen y ella lo sabe. Como cuesta reconocer que uno se equivoca, pero es más difícil reconocer que uno tiene razón cuando esa no es la razón que quiere escuchar… y él sabe que tiene razón, ella no lo quiere y nunca lo va a querer por más detallista, amoroso, consecuente, solamente logrará aumentar la presión y llevar esto a un punto de no regreso porque el amor en una vía llega a cansar, a los dos, al que lo da porque desgasta dar y dar sin recibir nada a cambio y al que lo recibe porque al principio siempre hay donde ponerlo pero llega a un punto en que te empieza a asfixiar, te llena la casa y en cualquier puerta que abres sale un poco y te cae encima y tienes que andar limpiando restos de amor indeseado, hasta que ya no puedes “recibir visitas” en la sala de tu corazón porque por ahí aparece y te preguntan –¿eso qué es?- y hay que contestar –ah muestras de amor de un iluso que es muy buena gente- y el iluso que está al otro lado de la mesa, con quien compartes el vino, sabe que eso está pasando, lo siente, y sabe que están llegando a ese punto de no regreso, y sabe que no debería pero sigue, porque nunca ha desistido en nada y prefiere arrepentirse de haberlo intentado, pero igual no lo intenta de la mejor forma, solo se convierte en un mal crónico, para los dos.
Ordenan e intercambian sonrisas, gestos, guiños, para suavizar el ambiente y él se ilusiona, por un abrazo, por un cariño, es como esos perritos callejeros que nunca nadie les ha dado cariño, y con solo que los veas con compasión te siguen a casa…
El amor es complicado cuando existe en ambos lados, cuando existe en sólo un lado, lo que va es amor y lo que vuelve es compasión y al final alguien explota, no soporta seguirse enamorando o seguir compadeciendo, o se harta de que se enamoren o se compadezcan de él.
Y al final de la noche le dirá que fue estupenda la velada, que “la quiere mucho” y ella le dirá “yo también” y no es que no fuera estupenda la velada o que alguno de los dos este mintiendo, es que los dos se quieren mucho, uno como para seguirle dando su amor y la otra su compasión, que al fin y al cabo no es lo que cada cual quiere del otro, pero les da un pretexto para ir a comer juntos, para tomarse de la mano, para sentirse menos solos, mientras dure…
La foto en Café Boruca hace tiempo ya...
2 Comments:
Misingo atormenta a mi gata... no se calla!!! A Simona no le cae muy bien misingo Vic...
De la historia... Pues es que ya te he dicho acerca de ese tema todo lo que puedo decir... Y sí, no siempre nos quieren como queremos... pero a veces damos la espalda a quien nos quiere de verdad... O sea, ¡estamos todos chochos!
By Sirena, at 10:43 p. m.
creo que no siempre estamos "chochos", a veces simplemente hay seres que han venido a este planeta a destruir corazones, firmemente lo creo!
By Unknown, at 11:13 a. m.
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