Amor a la décima vista

No era la primera vez que la veía, para nada, yo no creo en eso del amor a primera vista, pero ya con las veces que la había tenido ante mis ojos estaba seguro, la amaba.
Era una chica preciosa, más que preciosa, era increíble, sus ojos color miel, sus labios carnosos, su piel tersa, esa mirada poderosa, intimidante talvez, estoy seguro que nunca he visto a alguien como ella, definitivamente iluminó mi noche, y no era la primera vez que lo hacía, cuantas veces pensé en ir a hablarle, pero nunca estuvo lo suficientemente sola o yo lo suficientemente ebrio.
Cuantas veces estuve listo para recitarle un poema, de Neruda, de Bécquer, de Benedetti, pero no ella merecía más que una inspiración robada, merecía saber lo que pienso de ella, mi inspiración, que desde el día en que la vi por primera vez no he podido dejar de soñar con ella, que es mi primer amor a primera vista, bueno a décima vista, pero da lo mismo.
Cuantas veces garabatee en una servilleta un poema, y nunca me pareció suficientemente bueno, es que nada es suficientemente bueno para ella, ni mis poemas, ni yo, ni nadie, no puede existir nadie suficientemente bueno, ¿Por qué? Pues es sencillo, porque ella es perfecta.
Pero hoy es el día, mi poema llegará a sus ojos, le invitaré un trago y empezaré la trama, hoy por primera vez leerá algo mío, me tiemblan las manos, las rodillas, prácticamente no puedo escribir, pero otro trago me da más fuerza, y vamos adelante, yo se que podré.
Voy a jugar con el misterio, no sabrá quien lo envió, solo sabrá lo que siento y tendrá en sus manos el detalle…
De nuevo la miro y me convenzo, es definitivamente lo más bello, no podría sobrevivir si no vuelvo a ver su sonrisa, de verdad no podría…
No sé si algún día seré capaz, si llegaré a ser lo suficientemente bueno, para estrechar su sonrisa y besar sus labios, no sé si llegará el momento, solo sé que mataría por que me diera un beso.